Vamos a hablar sobre educación. Educación, tecnología e interacción. La revolución tecnológica en la que estamos inmersos está cambiando nuestra forma de vivir y de asomarnos al mundo. Una de sus principales características y que le aporta un valor añadido por encima de cualquier otra herramienta es la interactividad. Las nuevas tecnología son tremendamente interactiva y esas características -seguro que estáis de acuerdo conmigo- pueden tener unos enormes beneficios para el sistema educativo.
El libro – entendiéndolo cómo un máquina de memoria- adquiere una indiscutible posición como herramienta de aprendizaje. El libro actúa como una máquina ingeniosa de memoria y en cualquiera de sus vertientes (papiro, papel o ebook) intenta reproducir con medios materiales el funcionamiento de nuestra memoria natural.
El libro actúa como mantenedor y guardián de información, resistiéndose a la volatilidad con la que el paso del tiempo acecha al conocimiento memorístico. Del mismo modo que la memoria, el libro es contiguo a nosotros, nos acompaña ayudándonos a recordar. Otra de las características fundamentales del libro es su capacidad para almacenar un gran número de información, sin olvidarnos de su capacidad para contener no sólo texto, sino también imágenes, sensaciones. Como máquina de memoria, el libro convencional (en papel) posee unas ciertas limitaciones. Limitaciones en cuanto al olvido: una buena memoria también necesita olvidar, y no sólo recordar. Eliminar información no necesaria. El libro, por la naturaleza de su soporte, no puede reproducir satisfactoriamente esta función. Como tampoco pueda acortar la cantidad de información que en él se contiene.
En este sentido, la evolución de la tecnología y la creación de soportes de lectura digital trae consigo una serie de cambios que en cierto modo, permiten superar algunas de las limitaciones que por la propia naturaleza posee el libro tradicional.
- Los nuevos soportes tecnológicos (Smartphone, ebooks, tabletas o netbooks) favorecen la permeabilidad del libro con el paso del tiempo. Una de las características principales para poder mantener la memoria es que el soporte sobre el que se construye no se vea afectado por el paso del tiempo. Al libro le afecta la humedad, los microorganismos… Sin embargo, el soporte digital le da esta permanencia. Como sabemos, la red surge para afrontar ataques de tipo nuclear y posee unos mecanismos de seguridad capaces de mantener la información que en ella se contiene. Es razón suficiente como para garantizar la permanencia del libro.
- Además, la ubicuidad de la red (la posibilidad de venir conmigo a todos lados) hacen que el libro el soporte digital ofrezca nuevas posibilidades. En este sentido, podemos acceder a un buen número de material escrito digital a través de la red en cualquier lugar y en cualquier parte del mundo. El acceso a toda esa información, que hasta ahora sólo estaba disponible en el aula, se encuentra disponible a tan sólo un click. Capacidad de acceso: un acceso rápido y fiable. La máquina de memoria realizada con material digital permite acceder a un grado de información mucho más grande que cualquier libro. Las propiedades que tiene que tener la máquina se están amplificando con el cambio de soporte
- Avanzamos pues y nos encontramos que el soporte digital acaba con algunas de las limitaciones fundamentales del libro en formato papel. Por ejemplo, la necesidad de olvido. El soporte digital permite eliminar parte de la información disponible sin alterar el soporte en sí. Además, el soporte digital permite desarrollar una estructura hipertextual del libro. Así como en el soporte de papel sólo accedemos a la información que el autor nos brinda, el libro digital reproduce esa capacidad de la memoria natural de interlocución, de acortar o alargar el discurso. Esta organización hipertextual favorece la interacción, pues necesita de la intervención del lector para desplegar, para obtener más información.
Hasta hace pocos meses no había sido capaz de comprobar como los seres humanos somos animales de instintos. Afirmo esto porque el desarrollo de una tecnología tan importante para la socialización y desarrollo educativo como la que tenemos en la actualidad no ha sido posible hasta entender esa interactividad del usuario, la capacidad de tocar, de palpar con sus propios dedos el acceso a la información. Vivimos en un espacio en red (sin lugares) pero tenemos la enorme necesidad de comunicarnos con nuestros congéneres. Esa comunicación, fruto de los avances tecnológicos, es fácil, accesible, instantánea. Esta circunstancia, la rapidez de la comunicación, permite que el discurso se minimice, de manera que abandonamos los largos y profundos discursos por otros más granulados. La granularidad de la comunicación debe ser entendida no como un fragmento desmigajado y roto, sino como piezas de información que pueden ser objeto de múltiple recombinaciones y no sólo de recomposiciones. Es cómo tener un lego, que acepta múltiples variantes con una pieza original.
El mayor desafío con el que se encuentra la educación y, por ende todos los recursos que el sistema educativo debe poner en las aulas, consiste precisamente en esto. No se trata de abandonar el libro de texto (tan importante dentro del aula) y apostar por un conocimiento en abierto a través de la red. Se trata de poner los medios necesarios para crear una caja –un sistema sólido– que contenga piezas de información que den lugar a la reconversión por parte del alumno. Las piezas de información pueden ser texto, sonido, imagen fija, vídeo. Lo importante es saber cómo dosificar la cantidad de información de esas piezas y cómo diseñarlas para que puedan combinarse
La granularidad permite estimular la creatividad, dentro de un proceso educativo. Una memoria activa, entrenada, permite convertir los fragmentos en piezas y crear nuevas formas. No sólo re recompone o reconvierte. De modo que la memoria se ajusta al presente en que se está viviendo.